La primera vez que oí crujir una pala en la tierra fue en el jardín de mis abuelos. Antes de empezar a plantar, mi abuela y yo cogimos guantes de jardinería, palas de mano, rastrillos y abono. Luego recogimos patatas, calabazas y semillas de quimbombó. Recuerdo con cariño a mi abuela diciendo: «Hay que poner cariño al plantar las semillas, si no, no crecerán igual». Es uno de mis recuerdos favoritos, y una lección de vida.
Ahora, cuando planto mi propio huerto, lo hago con el mismo amor, cuidado y proceso que me enseñó mi abuela. Con los años, descubrí otro interés que compartíamos mi abuela y yo: el amor por la escritura. Y cuando empecé a trabajar como redactora en Limón Publicidad, me di cuenta de que la jardinería y la escritura son procesos muy comparables. He aquí algunas similitudes.
Prestar más tiempo y atención
La jardinería requiere algo más que hacer un agujero, meter la semilla, cubrirla con tierra y regarla. Lo mismo ocurre con la escritura: no basta con coger un bolígrafo y escribir un blog, una historia o un titular perfectos. Para escribir algo impactante hace falta tiempo, cariño, una preparación concienzuda y un perfeccionamiento continuo. Al igual que plantar un jardín, el tiempo y el cuidado extra hacen que todo cobre vida.
Incluir la planificación estratégica
Tanto la jardinería como la escritura requieren una planificación detallada para lograr una base sólida y una aplicación sostenible. Los jardines se diseñan estratégicamente para garantizar que cada planta tenga suficiente espacio y exposición al sol para crecer plenamente. Del mismo modo que las hortalizas necesitan una cantidad específica de abono y tierra, el éxito de los contenidos requiere un esquema que garantice que se cubren todos los puntos.
A la hora de escribir, el tema y los puntos clave deben concretarse y planificarse antes de la ejecución, señala la agencia de diseño web Leovel. Un blog debe tener un tema bien pensado y una investigación en profundidad. Una vez que termine de recopilar la investigación, decida qué debe figurar en el blog y empiece a organizar el contenido. Una vez establecidas las ideas principales, ordena los demás puntos debajo de cada una para formar un esquema impecable.
Confiar en el proceso
Al igual que los tipos de copia, cada hortaliza tiene necesidades y procesos específicos para crecer con éxito. Por ejemplo, las semillas de zanahoria deben plantarse en tierra blanda y rica en nutrientes, en una zanja de unos 5 cm de profundidad. Coloca 1-2 semillas separadas unos centímetros unas de otras y cúbrelas con tierra suelta. En cambio, las patatas tienen un proceso muy distinto. Se cultivan plantando en la tierra viejos cubos de patatas con los ojos hacia arriba. La zanja debe tener unos 10 cm de profundidad y las patatas deben estar separadas entre sí unos 10 cm.
La historia es similar para los contenidos. El objetivo de causar impacto es constante, pero el método para conseguirlo es único. Por ejemplo, para escribir un titular que llame la atención se necesitan decenas, si no cientos, de titulares malos o «no del todo buenos» hasta llegar al titular perfecto. Escribir las opciones a mano proporciona un flujo de pensamientos creativos, así como la oportunidad de triangular fragmentos de cada idea. Por lo general, el titular final procede de trozos de varias ideas.
Improvisar cuando sea necesario
La escritura y la jardinería dan pie a obstáculos inesperados. Eso puede significar que te bloquees como escritor o que tengas una necesidad inesperada de cambiar todo el concepto. Y no pasa nada. Reagrúpate y sigue adelante. Al igual que en jardinería, nutre el trabajo a medida que avanzas, limpiándolo o añadiendo algo, para que crezca adecuadamente.
Seguir aprendiendo y creciendo
Un buen contenido requiere una planificación meticulosa, paciencia y cuidado. Uno no se convierte en jardinero profesional de la noche a la mañana, como tampoco aprende a ser un redactor experto en su primer proyecto. Se necesita tiempo, práctica y ensayo y error. No pasa nada por fracasar tanto en jardinería como en redacción, porque de cada fracaso se aprende. A medida que creces en habilidad, creces como persona.
La próxima vez que intentes escribir o plantar un jardín, intenta fracasar más.